Desde niño sentí curiosidad por comprender el mundo y dar sentido al sufrimiento propio y ajeno. Fui movido, atento, cumplidor y muy deportista; aprendí que sonreír me ayudaba a salir adelante aunque a menudo no reflejara la realidad interna. Descubrí la filosofía en bachillerato y la Psicología fue la primera elección auténtica que abrió un proceso de crecimiento personal. Disfruté la carrera y forjé amistades, pero también tomé conciencia de lo poco que me cuidaba. Tras años viviendo con mi abuela, trabajos mediocres y una etapa en Bristol para resetearme pero a la vez huyendo. Al volver a Sabadell, mi ciudad natal, toqué fondo y pedí ayuda: Esa fue la clave para empezar a vivir sin miedo y nutrir mi autoestima.

La psicoterapia me enseñó a mirarme con empatía, comprenderme y dejar la culpa. Ese fue el inicio de una transformación que continúa hoy: un camino de contacto humano y aprendizaje. Mi sensibilidad me ayuda a conectar con las personas y a mostrar que la vida merece ser vivida con sentido.

Siempre me ha apasionado la prevención en salud y el cuidado del cuerpo. Crecer entre médicos y farmacéuticos me inspiró a comprometerme con una psicología que promueve bienestar y responsabilidad. Tras más de una década de trabajo personal, psicoterapia, Yoga Iyengar y aprendizaje corporal y respiratorio, vivo de forma más plena y auténtica.

Soy feliz en mi ejercicio profesional: acompaño a las personas a mirarse con amor, a elegir con libertad y a vivir un poco más desde lo que son, no desde lo que, a veces, tuvieron que aprender a ser.

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